Cuando hablamos de conocimiento, solemos pensar en hechos, verdades, teorías o creencias. Pero pocas veces nos detenemos a pensar en la responsabilidad que tenemos al decir que algo es verdad o que lo sabemos. Esta responsabilidad es lo que llamamos compromiso epistémico.
La palabra "epistémico" viene de “episteme”, un término griego que significa "conocimiento". Y por "compromiso" entendemos a una obligación o responsabilidad. Entonces, el compromiso epistémico, es el grado de responsabilidad que asumimos cuando afirmamos que algo es verdadero, que lo sabemos o que creemos en ello por buenas razones.
Este concepto no es solo una cuestión de lógica o filosofía, sino algo que se aplica en nuestra vida cotidiana. Cuando alguien nos dice: “Te juro que lo vi con mis propios ojos”, aparte de usar un pleonasmo, está asumiendo un alto compromiso epistémico: está diciendo que su afirmación no sólo es cierta, sino que tiene una base fuerte para sostenerla. En cambio, si alguien dice: “Creo que tal vez fue así”, su compromiso epistémico es bajo, porque no está asegurando nada con firmeza.
¿Por qué es importante el compromiso epistémico?
En el ámbito del conocimiento el compromiso epistémico es clave porque nos obliga a justificar nuestras creencias y no únicamente dar afirmaciones sin fundamento, es por esto que nos ayuda a distinguir entre opiniones, creencias justificadas y conocimientos, promoviendo el diálogo desde la racionalidad y no desde la ignorancia.
Cuando una persona no asume ningún compromiso epistémico, puede decir cualquier cosa sin preocuparse por si es verdadera o no. Pero cuando alguien asume un alto compromiso epistémico, está diciendo: “Estoy dispuesto a explicar por qué creo esto, y si me equivoco, también lo reconoceré”. Este tipo de actitud es fundamental para una comunidad que busca aprender y crecer intelectualmente.
Ejemplo:
Imagina que alguien dice “Escuché que el profesor va a reprobar a medio grupo.”
Si al preguntarle de dónde sacó esa información, responde: “No sé, lo oí por ahí”, entonces su compromiso epistémico es muy bajo. No está asumiendo responsabilidad por lo que dijo, ni tiene pruebas, ni parece importarle si es cierto o no, solo lo da por hecho.
En cambio, si una alumna dice “Creo que el argumento de Descartes se basa en la duda como punto de partida para llegar a una verdad indudable.”
Aquí, aunque usa la palabra “creo”, está formulando una opinión basada en el estudio, y si se le pregunta, puede justificar lo que dice con textos y razonamiento. Su compromiso epistémico es moderado a alto, dependiendo de qué tanto pueda respaldar su afirmación.
Finalmente, si un investigador declara en televisión “No podemos afirmar todavía que esta medicina cure la enfermedad, porque los estudios están en una fase temprana.
Aquí vemos un ejemplo de compromiso epistémico y responsable. Aunque se espera que un científico "lo sepa todo" de su área, este investigador prefiere ser honesto y no afirmar algo sin pruebas. Su actitud refleja un compromiso epistémico serio: decir solo lo que está justificado y no más.
Compromiso epistémico y la vida cotidiana
El compromiso epistémico no es sólo para académicos o filósofos. Es algo que todos practicamos, aunque no lo notemos. Cada vez que compartimos una noticia, damos una opinión o defendemos una idea, estamos asumiendo cierto nivel de compromiso epistémico. Por eso, es útil preguntarnos:
¿Estoy seguro de esto que estoy diciendo?
¿Tengo razones para pensarlo?
¿Estoy dispuesto a corregirme si me demuestran que me equivoqué?
Practicar el compromiso epistémico es una forma de ser intelectualmente humildes y responsables. No se trata de no equivocarse nunca, sino de ser conscientes del valor de la verdad y de nuestro papel al contribuir al conocimiento común.