San Agustín y su postura ante el escepticismo

Abstract: Este trabajo analiza la evolución filosófica de San Agustín de Hipona y su postura ante el escepticismo, centrando la discusión en su transición desde la influencia de corrientes como el epicureísmo y el maniqueísmo hasta su plena conversión al cristianismo. A lo largo del texto, se estudian las etapas clave de su pensamiento, particularmente su adopción del escepticismo académico y su posterior rechazo de esta corriente. San Agustín defendió inicialmente las ideas escépticas, pero más tarde, en su obra Contra Académicos, ofreció una crítica fundamentada a la incapacidad del escepticismo para proporcionar una certeza sobre la verdad. El análisis concluye resaltando cómo, para San Agustín, la búsqueda de la verdad es un proceso progresivo, que culmina en el reconocimiento de Dios como fuente de toda verdad. Este enfoque tuvo un impacto duradero en la filosofía cristiana y sigue siendo un tema relevante en la filosofía contemporánea.

Palabras clave: San Agustín, escepticismo, cristianismo, maniqueísmo, verdad, filosofía académica.

San Agustín fue un personaje que vivió en una época clave para el crecimiento de la filosofía, puesto que esta se desarrolla en la segunda mitad del siglo IV y parte del V, un período en el que el conocido Bajo Imperio Romano estuvo fuertemente sometido a constantes tensiones internas y a la presión de las distintas tribus bárbaras, que eventualmente concluyeron en el desmoronamiento de la parte occidental de forma definitiva a finales del siglo V, esto a causa de la ausencia de nuevas conquistas de territorios que les hagan ganar recursos económicos, por otra parte parte, aumentó de forma desproporcionada la cantidad de gastos por parte del Estado, las guerras civiles, la falta de producción de cultivos, todo esto sumado a la cantidad inconmensurable de inseguridad de los espacios públicos que provocó una baja considerable del comercio.

Por otra parte, el poderío de la iglesia cristiana va aumentando cada vez más, fue proclamada como religión única del Imperio, y en consecuencia, modificó el panorama intelectual/filosófico del Bajo Imperio. Así, a pesar de la existencia de diferentes corrientes y escuelas filosóficas tradicionales, el acoso y persecución a los llamados “paganos” por parte de los cristianos y la destrucción de sus templos culturales, fue posicionando a los problemas morales, doctrinales y teológicos del cristianismo como el principal plano intelectual de la época, algo de lo que San Agustín sigue siendo un claro exponente en la actualidad.

San Agustín empezó su trayectoria filosófica como un seguidor de la filosofía epicúrea, eventualmente se convierte en maniqueo y finalmente se vuelve completamente al cristianismo, a partir de ahí, luchó contra las «herejías» y la filosofía «pagana». Dada la trayectoria intelectual de San Agustín, por mucho tiempo defendió el escepticismo, situación que con el tiempo cambiaría cuando se volvió al cristianismo, esta situación la menciona en su libro “Contra Académicos”, donde a modo de diálogo nos expone parte de esta transición en la que de ser parte de los Académicos y por ende un escéptico, pasa a afirmar que la postura escéptica realmente es en gran medida indefendible.

La superación de San Agustín hacia el escepticismo se nos narra en varias de sus múltiples obras, en “Contra Académicos” podemos apreciar este cambio de forma más explícita y evidente; si bien, mucha gente piensa que en este libro, San Agustín formula una refutación o crítica hacia la filosofía académica y por ende al escepticismo, lo cierto es que esta situación se aleja por mucho del motivo original del texto, el cual es narrar como el mismo San Agustín escéptico va superando este pensamiento, al punto de afirmar que gran parte de la filosofía Académica no se sostiene por sí misma, y que el escepticismo es entonces una filosofía indefendible que se debe de dejar atrás. 

 Camino al cristianismo

Aurelio Agustín o San Agustín, nació en el año 354 e.c. en Tagaste (ciudad situada en la antigua provincia romana de Numidia y conocida actualmente como Souk Ahras, en Argelia). En su libro “Confesiones”, San Agustín nos describe gran parte de su vida y de los pecados que este cometió durante el trayecto de su nacimiento hasta su conversión al cristianismo; aquí nos relata que nació en el seno de una familia cristiana, y por ello, su madre desde siempre lo crió bajo esta forma de pensamiento, situación que no le resultó trascendental para San Agustín, ya que una gran parte de su juventud la vivió de forma alejada a la religión pero cercana a los placeres sensibles, así con el tiempo el primer acercamiento que tuvo San Agustín a la filosofía fue a partir de la lectura del escrito de Cicerón “Hortensius”, en consecuencia, hace a San Agustín afìn a la filosofía maniquea. 

Abrió una escuela en la que impartió sus enseñanzas maniqueas allá del año 383 e.c. donde tras el encuentro con Fausto de Milevo, el más destacado representante del maniqueísmo, abandonó esta filosofía debido a la cantidad de decepción que le causó tal encuentro. Ese mismo año se volvió a Roma, y luego a Milán, donde continuó su labor de educador enseñando retórica. Tras una nueva lectura de Cicerón, y ya abandonado el pensamiento maniqueo, San Agustín tuvo un mayor acercamiento a la filosofía escéptica; aunque resulta importante este salto filosófico, no fue un cambio que durase mucho tiempo, esto ya que, cuando San Agustín escuchó los sermones del obispo Ambrosio,  le causaron tal impresión que lo acercaron al cristianismo.

Maniqueísmo

Como se ha mencionado con anterioridad, parte de las etapas filosóficas por las cuales pasó San Agustín, una fue el maniqueísmo, escuela religiosa que entre sus varias doctrinas, mantenían el supuesto seguir al último de los profetas enviados por Dios a la tierra.

El maniqueísmo fue una religión (secta) fundada por el persa Mani (Manes también dicho de forma correcta) durante la segunda mitad del siglo III. Aparentaba ser la síntesis definitiva de todos los sistemas religiosos conocidos hasta ese momento, y por ende su estructura consistía en múltiples rasgos de distintas religiones, entre estas: la ética budista, el folclore de Babilonia, el dualismo zoroástrico y algunos pequeños y superficiales elementos adicionales del cristianismo. Los maniqueos sostuvieron la teoría de los dos principios eternos, el bien y el mal, este pensamiento tuvo tal impacto, que logró que el maniqueísmo se clasificará como una forma de dualismo religioso, extendiéndose con extraordinaria rapidez en el Oriente como en Occidente y mantuvo una existencia duradera por alrededor de mil años.

El Maniqueísmo acentuaba todas las cosas que profesaban los gnósticos, aunque el dualismo del maniqueísmo era todavía más exagerado. A diferencia de la doctrina cristiana donde sólo hay un Dios único y todopoderoso, para los maniqueos existían dos fuerzas: el Padre de la grandeza (del reino del bien) y el Príncipe de las tinieblas (del reino del mal), donde ambas fuerzas están en un constante conflicto por el poder del mundo. Debido a las inconformidades que tuvo San Agustín con la filosofía maniquea, eventualmente la abandona y tiene su acercamiento con los académicos y la filosofía escéptica. 

Escepticismo

La última etapa antes de la conversión al cristianismo de San Agustín fue el escepticismo de la mano con la filosofía de los académicos (o neoplatónicos). Repasemos un poco acerca de esta corriente filosófica para poder apreciar qué fue lo que San Agustín vio tan conflictivo al punto de dedicar un libro completo en contra de la filosofía de los académicos y el escepticismo.

El tema central del escepticismo es el problema de la percepción, ya que los escépticos afirman que nuestras teorías y nuestras impresiones sensoriales no son capaces de distinguir con una verdadera certeza aquello que es falso de aquello que es verdadero, ergo debemos suspender cualquier juicio al respecto. Esta corriente fue lo suficientemente consistente como para lograr extender su planteamiento incluso a su propia raíz de la cual dudan, así logrando que el escepticismo fuera universal.

Es importante aclarar que los académicos no dudaban de la existencia de la Verdad, simplemente dudaban del hecho de que los humanos tuvieran la capacidad para acceder a esta. Ellos basan esta posición en la filosofía platónica, específicamente en su texto “Fedón” en el que se analiza cómo el conocimiento no es accesible a los mortales a causa de nuestras percepciones sesgadas.

A San Agustín le resulta conflictiva la afirmación que sostienen los escépticos, si bien, nunca se especifica en qué punto de su vida deja de seguir este pensamiento, si se nos aclara cuál era su nuevo parecer con respecto a aquello que es verdadero y su nueva perspectiva de los académicos, ya que para San Agustín el escepticismo de los académicos pretendía criticar las posiciones estoicas que defendían la posibilidad de una certeza científica a partir de las impresiones sensibles; San Agustín a este pensamiento logra encontrarle varias implicaciones que llevan a la conclusión de que el escepticismo no se pueda sostener a sí mismo, deja esto en evidencia en Contra los Académicos cuando dice:

Hoy, pues, hemos de infundir a toda costa en los pechos la esperanza de encontrar la Verdad, ya que los académicos con su artificio literario han sembrado el derrotismo que nos sobrecoge ante esa esfinge de lo real. Corremos el peligro de que lo que un día se concertó por puro oportunismo para atrincherarse contra más graves errores sea ahora un estorbo para acercarse a la Sabiduría… porque bien sabes que antaño me apartó de los pechos de la Filosofía la desesperanza de dar con esa Verdad que es el alimento del espíritu.

Con lo anterior podemos observar como San Agustín tuvo toda su esperanza depositada en la filosofía con el fin de encontrar una verdad universal accesible mediante nuestros sentidos, aun así, él sabía que no iba a resultar algo sencillo, debido a que, así como afirmaba que existía una verdad universal, también le resultaba cierta la idea de que nuestros sentidos nos engañan con frecuencia, y eso pese a ser un obstáculo constante, San Agustín no lo vió como un impedimento para seguir buscándola y afirmar que solo así, las personas pueden llenarse de dicha y virtud sólo durante este proceso.

Resulta importante resaltar que San Agustín realmente nunca pudo llegar a demostrar cuál era la Verdad universal que él buscaba concluir, pues su mayor acercamiento a esta fueron cosas tales como las matemáticas y Dios, en cambio, con esto concluyó que la Verdad es algo a lo que se accede de forma progresiva y escalonada, para San Agustín, el ser humano busca la Verdad pero no de una forma práctica, más bien, puede hallar tal Verdad día tras día en forma de verdades parciales y éstas existen gracias a la verdad que Agustín vió encarnada solamente en Dios.

Conclusión

San Agustín a pesar de haber dado cierto nivel de razón a las afirmaciones de los escépticos debido a su falta de conclusiones respecto de encontrar una verdad universal, propone 2 puntos que me resultan importantes mencionar, debido a que son interesantes y vale la pena rescatarlos dada la trascendencia que estos pueden tener.

En primera instancia, San Agustín encuentra un propósito en encontrar la Verdad, pues se percata que la búsqueda por estas respuestas puede llenarnos de dicha y felicidad, esto es un pensamiento que han tenido múltiples filósofos a lo largo del tiempo, y esto resulta ser una tesis bastante valiosa cuando de conocimiento se trata, ya que le da un valor a lo intelectual más allá de lo material, y es una propuesta con la que muchas personas se han acercado y podrán acercarse a la filosofía, por lo cual, resaltar esta virtud que encontró San Agustín a la búsqueda de la Verdad me resulta altamente trascendental. 

De igual modo, pese a que San Agustín nunca haya podido concluir aquello que es la Verdad de la manera en la que él buscaba, resulta ser altamente valiosa la teoría con  la que concluye su búsqueda, pues, afirmar que, de modo sensible si tenemos cierto acceso a verdades parciales y el hecho de poco a poco poder acercarnos a una verdad mayor, inspira da paso a poder continuar todos los debates e investigaciones filosóficas en la actualidad, porque lo cierto es que hoy en día no tenemos aún una respuesta universal a muchas cosas, y muchos de esos debates se han dejado estancados mucho tiempo atrás dado que no han existido aportes trascendentales que innoven o causen una revolución en la forma de hacer filosofía.

Bibliografías

Web:
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Libros:
-San Agustín. Confesiones. Gredos, 2010. cap. 2, p. 160.
-San Agustín. Contra los Académicos. Biblioteca de autores cristianos, 1963. libro II, XIII, 30
-Dilthey Wilhelm. Historia de la filosofía. Fondo de cultura económica. 2004. p. 113.